martes, 18 de mayo de 2010

PIERNAS



Era la época en donde recuerdo haber estado mas cerca de mi familia por parte de Papá. Ahora ya no suelo visitar a nadie, pero en aquel año 78, Yo tenia 6 años. Algunas memorias vienen a mi mente como el auto Dogde de color verde de mi padre, que confiada mente manejaba mientras mi madre estaba sentada a su costado con mi hermano Christian de tres años sentado sobre sobre sus Piernas.

Llegamos a la casa de mi abuela por parte de Padre, al entrar puedo reconocer a todos mis familiares; tíos, tías, primos y amigos. Ya en casa, mi padre tenia el mismo ritual de saludo, me llamaba y lo acompañaba para que salude a todos, empezaba con los tíos algunos me movían la mano muy fuerte, otros me palmeaban la espalda, de ahí llegaban las Tías; me abrazaban, me daban besos, me jalaban los cachetes con apachurron incluido, Después de tanto saludo terminaba agotado con la mano dura y los labios secos. Pero si por mi mala suerte me olvidaba de darle un saludo a alguien, Mi papa hacia que repita el saludo a todos mis familiares. Mi viejo pensaba que en el fondo podía ser mas cariñoso con mi familia pero no fue así yo los veía como extraños.

Ese día se celebraba los Siete añitos de mi prima Dany y era feliz, Esas matinees las celebraban a lo grande, yo y mis primos la pasábamos bien jugando y correteando por toda la casa.

La super fiesta de mi prima era bien organizada, lo podía apreciar en la decoración, era muy vistosa combinaba los colores y formas rosa, la mesa y sillas tenían tapetes de Barbie, ya en la sala todos los niños llamábamos a los payasos, que por ahí se asomaron, era muy divertido después llegaba el show de magia y al final los títeres.

No faltaba las toneladas de dulces y tortas, solo faltaba Yola para que la fiesta sea la mejor de la tarde, Pero sin Yola las cosas pintaban bien porque teníamos alguna guapa animadora enseñando las Piernas, ella se movía al ritmo Eco....Ecoco.... Ecorococo. Mientras nuestra guapa animadora bailaba tan inocentemente como una colegiala al otro extremo de la sala estaba la tribuna masculina de tíos ,que se deleitaba con las diminuta falda de la animadora, por ahí también estaba mi viejo haciéndose el solapa.

Había juegos toboganes, llantas, barras y círculos, en esta fiesta no te regalaban un carrito de plástico, aqui te regalaban un Playgo. (para quienes recuerdan era lo máximo en esa época). Todos los niños jugaban y corrían, por ahí veía a mis tías llevando las bandejas de bocaditos, recuerdo que había un azafate de Sorrento y Cua-cua sin envoltura era una torre de chocolates, me alocaba y me balanceaba para coger unos cuantos y darle uno a mi hermano. Y eso que no cuento las bandejas de Locheritas que me guardaba en el bolsillo, En resumen me sentía en el paraíso.

Mientras todos veían el show de títeres los niños respondían alegremente las preguntas de los tieres que los payasos animaban a contestar, En la parte de atrás del jardín las Mamas, amigas y primas veían el show sentadas en las sillas que estaban decorada con la Barbie, mientras aplaudían al compás de los animadores Todos estaban distraidos en el show, Menos yo.

Era raro pero a mi me gustaba ver a los payasos por debajo de las sillas en donde las señoras estaban sentadas, Me agachaba y por debajo de la Silla siempre veía dos pantorrillas, Al pasar de una silla a otra las podía observar de diferentes tamaños, blancas, negras, trigueñas, unas flacas otras gorditas, con medias de nylon o malla, algunas separadas otras juntas y otras cruzadas entre si. Tenia una obsesión con esas pantorrillas que decidí dar un gran paseo por debajo de las sillas y con la mirada disfrutaba tanto estar ahí que el show de los títeres ya no le di importancia.
No tan complacido opte por tocarlas, por lo general mis victimas sentía mis manitos tocando su pantorrilla y piernas, se asustaba y bajaba la mirada para saber que pasaba, y lo único que veía era un niño, por lo general mostraban una mirada tierna y no se alarmaban, las tocaba y acariciaba como si fuera un experto pero con el miedo de una mala reacción, era la mezcla de un enano erotico con dedos largos intentando saciar una curiosidad.

Todo estaba bien, hasta que sentí la voz de mi madre que me descubrió y se quedo horrorizada de lo que hacia, me saco de ahí con un buen jalón de orejas. Ahora pienso y digo nadie puede entender a un niño es libre todo lo hace con inocencia pero también hay mucho gusto escondido, estos gustos se pueden notar mas en la adolescencia o en la madurez, aun me gustan las pantorrillas y las piernas las toco cuando puedo y siento la misma sensacion que cuando tenia 6 años.

No se a cuantas fiestas de primos o amigos asistí, pero lo que si recuerdo es que siempre que estaba presente en una de ellas mi prioridad era observar piernas bajo las silla. Ya de grande cuando toque mi primera pierna fui muy detallista, tanto así que la chica que estaba conmigo pensó que era un asesino en serie, fetichista o algo así.
El hombre es como el niño, sus costumbres no cambian y mas aun cuando son agradables y placenteras. Los dejo con este pensamiento: “Esas piernas que veo ya no deberían caminar, estarían mas cómodas en una cama, acompañadas de mis manos, tocándolas con ternura y ansias. seria tan feliz que no dormira en mucho tiempo”

Roco


Escrito el 10/06/09

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