martes, 24 de agosto de 2010

EL ESPEJO

“Me siento tan sola, creo que al final el tiempo se va, tengo que aceptar mi situación; mi boda es inevitable, solo debo ser más inteligente y no tan emocional, estoy segura que es la única forma de sobrellevar las cosas”.

Pensaba María mirando fijamente al espejo mientras se tocaba suavemente la mejilla, dejo el espejo y camino suavemente en línea recta por el piso que crujía la madera vieja de su habitación, Se detenía y volteaba lentamente mirando hacia el espejo y nuevamente volvía avanzar hacia el frente, Giro rápidamente miro su habitación. Entre sus cosas encontraba detalles y recuerdos de aquel amor que nunca olvido, siente que no volverá a ser feliz como lo fue con Jesús. Se lanzo a su cama y empezó a reír cómplice de sus pensamientos oscuros.

Se escucha la voz de Ana que se acerca lentamente al espejo, mientras se miraba:

- Con él soy feliz, llego en el momento adecuado, Ricardo es bueno, tierno, todo un caballero, creo que es lo mejor que ha llegado a mi vida

Ana se miro al espejo y se cogió el cabello lacio, jugueteando se lo enrosco con los dedos tan delicadamente. Mientras María la observaba, se paro de la cama y con enojo grito:

- Estúpida, no te das cuenta que ha sido el amigo de tu ex? Es imposible que suceda esto, Ana la miro y empezó a llorar. Respondió inmediatamente:

-Y tu no te das cuenta que lo haces porque no hay otra cosa mas, solo porque se te pasa el tiempo eliges el matrimonio, pero no es por amor......... no quiero que me grites así, siempre me haces sentir mal

Ana llora desconsoladamente y se sentó en la misma cama, Cogió una de sus muñecas de trapo y la abrazo fuertemente. María se amargo cogió una revista de modas y la tiro al piso:

-Me tienes harta siempre lloras, date cuenta; Yo tengo que casarme, No lo quiero, soy sincera, pero creo que ya es un buen momento para enrumbar. Igual detesto que sea muy cariñoso aparte que no aguanto a su madre y a todas esas reuniones de puras viejas.

María agacho la cabeza voltio al espejo y se miro, suspiro:

-Aun no entiendo porque no se puede dar cuenta que no tengo ningún detalle con él, porque me sigue queriendo

Ana agitada y con lágrimas en su mejilla, respondió:

- Porque te ama, porque puedes ser tan dura contigo misma.

María reconoció:

- Él me amara siempre porque es fácil de convencer y la verdad yo lo sé manejar es muy fácil no tiene carácter.

Ana deja de llorar y cambio rápidamente de estado emocional, sonrió y comento:

- Ricardo es muy cariñoso, me complace en todo lo que hago, me engríe, la verdad que no he sido tan feliz desde que el desgraciado de mi ex enamorado me dejo.

María burlándose respondió:

- jajajaja no sabes ni siquiera quien eres, vives en el mundo de las fantasías pensando en el príncipe, la perfecta imagen de alguien que da amor tan puro pero a la vez tan inexistente

- No me hables así, sabes que conozco todo de ti y se lo puedo decir todo a tu novio. Respondió Ana, mientras golpeaba la muñeca sobre la cama de forma eufórica.

- Maldita con tu amor no lograras nada, y si lo dices no me importa porque me quitarías un peso de encima¡¡. grito María

- Tu tampoco lograras nada, solo dile la verdad. Respondió Ana

Tocaron la puerta, era la mamá que muy preocupada decía:

Ana María? Estas bien hija??? Insistía con el toque de puerta, Ana María??? Respóndeme hijita. Ana María seguía mirándose al espejo con la muñeca en la mano mientras veía el reflejo del espejo a una revista que estaba en el suelo. Escuchaba a lo lejos la voz de su madre que insistentemente tocaba la puerta, ella volvió en si y respondió lentamente:

“Si mama estoy bien” Dejo la muñeca de trapo en la cama y levanto la revista, Se limpio las lágrimas y rápidamente se acomodo el cabello. Su mama murmurando le decía:

-Apúrate que Ricardo te espera

Ana María abrió la puerta de su habitación, Su mamá la mira y la nota que ha llorado, preocupadamente le dice.

- Hay hijita no estés triste seguro que estas recordando a Jesús, que bueno que se haya acabado todo con él, ahora mira tienes a Ricardo es tan amable y atento, nadie te trata como él y te complace en lo que quieras.

Ana Maria movió la cara con cierto gesto de conformidad porque era poco de hablar. Las dos bajan las escaleras, Ana Maria sonrió cómplice de sus pensamientos y secretos de las dos mujeres que comparten su mente.


ROCO

Escrito el 9/09/09

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